Somo como nuestros padres, nos dice la canción,
una verdad que a veces nos llena de confusión.
Nos preguntamos si es cierto, si en nuestras venas corre igual,
pero en el vaivén de la vida, encontramos la verdad.
En nuestra sangre hay un poco de todo, de luces y de sombras,
de virtudes y defectos, de alegrías y de penumbras.
Pero más allá de todo, tenemos la decisión en nuestras manos,
de ser quienes queremos ser, de escribir nuestros propios planos.
Elegir entre el bien y el mal, entre lo justo y lo incorrecto,
sabiendo que somos el fruto de un legado imperfecto.
Aceptar nuestras raíces, abrazando lo que somos,
con amor y comprensión, sin juzgar, sin ser asomos.
Porque somo como nuestros padres, pero también somos más,
somos la suma de sus enseñanzas y de nuestras propias huellas.
Y en el camino de la vida, decidimos ser quien queremos ser,
aprendiendo de sus pasos, pero escribiendo nuestro propio ser.
Entonces abracemos nuestras raíces, con orgullo y con amor,
y sigamos adelante, con pasos firmes, con valor.
Porque somos la amalgama de todo lo que fuimos y seremos,
y en nuestra decisión de ser auténticos, encontramos lo que queremos.
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